Boiler Room
Un aro que pende sobre mí. David Lerones
Texto
“El sol no se había alzado. Sólo los leves pliegues, como los de un paño algo arraigado, permitían distinguir el mar del cielo. Poco a poco, a medida que el cielo clareaba, se iba formando una raya oscura en el horizonte, que dividía el cielo del mar, y en el paño gris aparecieron gruesas líneas que lo rayaban, avanzando una tras otra, bajo la superficie, cada cual, siguiendo a la anterior, persiguiéndose una a otra, perpetuamente.
También más allá se aclaraba el cielo, como si el blanco poso hubiera descendido, o como si el brazo de una mujer recostada bajo el horizonte hubiera alzado una lámpara, y planas barras blancas, verdes y amarillas se proyectaban en el cielo, como las varillas de un abanico. Entonces, la mujer alzó más la lámpara, y el aire pareció devenir fibroso y apartarse de la verde superficie, chispeante y llameando, en rojas y amarillas hebras como el humeante fuego que ruge en una hoguera. Poco a poco, las hebras de la hoguera se fundieron en un resplandor, en una incandescencia que alzó el peso del gris cielo lanudo, poniéndolo encima de él, y lo convirtió en millones de átomos de suave azul. La superficie del mar se hizo despacio transparente, y estuvo destellante y rizada hasta que las oscuras barras quedaron casi borradas. Lentamente, el brazo que sostenía la lámpara la alzó más, y después más, hasta que la ancha llama se hizo visible. Un arco de fuego ardía en el borde del horizonte, y a su alrededor el mar lanzaba llamas doradas…
… «Veo un aro que pende sobre mí», dijo Bernard. «El aro vibra y pende de un lazo de luz.» …”
Fragmento de La Olas, Virginia Woolf.
Este pequeño fragmento que da titulo a la exposición, nos introduce maravillosamente en el universo al que David Lerones nos invita a entrar. El artista nos regala en esta oportunidad un diario visual cargado de azar, casualidad y poética, que refleja su propio cosmos y el de su contexto más cercano.
Presenta una serie de imágenes fotográficas producto de su práctica de acción continua, siempre en búsqueda de la esencialidad, el contacto con lo original y con los ritmos sosegados de la naturaleza en contraste con un mundo lleno de ruido, sobreinformación y una sociedad que se empobrece a la velocidad de la tecnología. Su trabajo pretende rescatar la belleza de esta confrontación existente entre el mundo virtual y el natural, evidenciando esta fricción que aparece inevitablemente también en su vida cotidiana.
Este proyecto es el resultado de un período del artista viviendo cerca del mar, en donde exhibe paisajes, bodegones de nuestro tiempo y apenas indicios de presencia humana a través de huellas que la misma ha dejado a su paso por estos escenarios o un pequeño retrato fragmentado que nos confirma esa existencia. El gran formato en que son presentadas algunas piezas, nos permite sumergirnos profundamente en su magnífica poética objetual y en un universo conmovedor de inciertas ambigüedades.