¡Porque tengo lágrimas!. Alex Reynolds
Comisariada por Sabel Gavaldon
5 mayo–25 septiembre, 2023
Caixa Forum. Barcelona, España
Texto
El pensamiento en torno al cine está atravesado por la violencia de la mirada. La cámara suele entenderse como un aparato que define y confina al sujeto fotografiado, demarcando los contornos de su identidad. ¿Pero acaso somos incapaces de imaginar otras posibilidades para la mirada? ¿Por qué es tan difícil concebir una mirada que se ofreciera como un regalo, un gesto de afecto, en lugar de una imposición? ¿Qué hay de la mirada de una madre? ¿De un amante? ¿Qué decir de aquellas miradas que nos ensanchan y multiplican, precisamente porque revelan puntos ciegos y potencialidades en las que apenas nos reconocemos?
Esta ambivalencia de la mirada es fundamental para la artista y cineasta Alex Reynolds (Bilbao, 1978), cuyo proyecto más reciente es fruto de la Convocatoria de Producción de la Fundación ”la Caixa” de 2020. La frase que da título a la exposición procede del guion para una película frustrada en la que alguien le pregunta a un niño: «¿Por qué lloras?». A lo que el niño responde: «¡Porque tengo lágrimas!». En los límites del lenguaje cinematográfico, el trabajo de Reynolds pone en suspenso las convenciones narrativas del medio, empezando por su lógica de causa y efecto, para ahondar en el potencial liberador del juego.
El cine de Reynolds es ante todo una práctica relacional: es decir, presta atención a los vínculos entre los distintos agentes implicados, incluyendo el cuerpo del espectador. La cámara abandona su papel de testigo objetivo para intervenir en una red de relaciones afectivas, semióticas y materiales que desbordan lo estrictamente visual.
Irradiando la exposición desde su centro, La mano que canta (2021) teje una compleja ecología de gestos, sonidos e imágenes en la que los movimientos de la coreógrafa sueca Alma Söderberg y la propia cámara —entendida también como intérprete— entran en resonancia con el batir de las alas de un pájaro o los ecos de un hacha sobre la corteza de un alcornoque. Se trata de un metraje alucinatorio en el que se solapan múltiples puntos de vista y niveles sensoriales, proponiendo una completa reorganización de los sentidos.
En las antípodas de esta película, Reynolds presenta un nuevo cortometraje que sitúa al espectador en la incómoda posición del entrevistado. Segunda persona, tercera persona (2023) parte de una investigación en curso sobre la centralidad del relato en la burocracia institucional que rodea el derecho de asilo. Basada en la transcripción de una entrevista realizada en la Oficina Francesa de Protección a los Refugiados y Apátridas, esta película ofrece un retrato inquietante de los aparatos de Estado y propone una reflexión en torno al enorme poder que tiene la construcción de un relato sobre las vidas de sus protagonistas.
La exposición reúne una constelación de trabajos recientes en que Reynolds expande las posibilidades del retrato para desbordar la primacía de lo visual. Unas manos de arcilla excesivas, grotescas, modeladas a través del tacto, encarnan a Theo, antiguo compañero de piso de la artista. Aquí es una mano la que retrata a otra, prescindiendo de la vista. Mientras, el tono de voz característico de Justine, amiga de Reynolds, cristaliza en una serie de diapasones cuya presencia a lo largo del recorrido hace resonar —literalmente— la arquitectura de esta exposición, para la que se han dejado al descubierto los materiales constructivos y paneles modulares de CaixaForum.
_Sabel Gavaldón
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