Los lugares más inaccesibles ofrecen mejores vistas. Álex Marco
Texto
De madrugada, insomne.
Una pantalla de monitor nevada se convierte en el lienzo en blanco que está a la espera de recibir la pintura. Aunque quizás no es del todo así, sino que es el mismo lienzo, ese que es en potencia una pintura, el que se ha transformado en una pantalla de televisor a través de la que se proyectará una imagen, y sus rugosidades, su grano, sus alteraciones mínimas, apenas perceptibles, las que crearán ese rumor añadido que a veces recuerda a una tormenta de invierno. Las obras de Alex Marco están siempre cargadas de esta ambigüedad que responde a un cuestionamiento constante del medio. Podría pensarse que solo del medio pictórico -o eso se ha repetido-, sin embargo, también lo hace con el videográfico.
Son muy enigmáticas. También hipnóticas, tanto como cuando de madrugada, insomne, algo angustiado, te quedabas mirando la televisión en blanco. Se había acabado la programación, la carta de ajuste había anunciado el final de la emisión, y ya solo quedaban esas manchas blancas y negras que vibraban haciendo visible, porque eran imagen, la señal de la televisión. Manchas negras y blancas, ahora las llamaríamos con familiaridad píxeles, que a veces saltaban más de lo esperado, hoy sería quizás un glitch: un impulso eléctrico había roto la monotonía para generar nuevas formas que duraban un instante, unas milésimas de segundo, justo lo necesario para que pudieran percibirse. Ruido se denomina también a veces, añadiendo una nueva dimensión, la sonora. Esas manchas negras y blancas que vibran tienen mucho de zumbido, de murmullo, de susurro. Te hacen dudar porque sus obras nunca son lo que parecen, como esa pantalla de televisión que se cree vaciada de imágenes pero que es imagen en sí misma. O, mejor, son lo que parecen pero además son otra cosa. Fuerza los límites de lo que se espera, las fronteras de los medios que maneja: el pictórico, el videográfico y el sonoro. En esta ocasión, ha generado un viaje de ida y vuelta, de la pantalla al lienzo y del lienzo a la pantalla, de la vídeo síntesis al pincel y del pincel a la digitalización, imponiéndose una serie de normas que ha cumplido con rigor. Otra de las palabras que definen su práctica como artista.
En sus trabajos siempre hay una cierta sensación de que el tiempo se ha suspendido, aunque siga sucediendo. Lo demuestra el interés en la huella, en el rastro, en el residuo de muchos de sus proyectos. Hay cierta melancolía en este proceso. Igual que cuando de madrugada, insomne, algo angustiado, la pantalla te hipnotiza.
_Sergio Rubira